Vaya a saber por qué entré a este bar de tedios y rutinas. Mercado
persa de musas y abandonos escape y soledad flores marchitas.
Por sus paredes ocres va corriendo el ayer y
alguna oscura foto que la humedad hirió llama a recuerdos.
Telarañas del tiempo parecen envolver a quien traspasa -como
yo- el blanco umbral, mármol que supo tener su espalda erguida.
Paciente una mesa tatuada con tantas quemaduras
como historias se dispone a servir de bohemio diván a mi presencia.
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