Siempre lo que no fue, tuvo misterio. Pedacitos de dicha que inventamos, hilvanando un andar que busca cauce por
la caducidad de otros empeños.
Si una estrella fugaz navega el cielo se acostumbra pedir desde las ansias, sin
llegar a pensar en lo insensato que resultan los sueños tan lejanos.
En el rugoso andar de los minutos se van
desmoronando los castillos y no es sencillo actuar si el escenario ha cambiado presencias por escombros.
Los
ríos nunca saben de recreos, sólo olvidan correr cuando están secos. Nuestra vida es igual, torrente o calma, con
recodos que juegan a lo incierto.
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