Llegó el tiempo fugaz donde conviven deseos, esperanzas y promesas, un recreo
sin timbre que nos deja jugar con el recuerdo y sus sentires.
Querer llenar el cielo con estrellas, con música
los patios y jardines, pintar un sonreir de oreja a oreja que calme a las ausencias sus piolines.
Aprovechad
el brillo que ilumina y el remanso que anida su intervalo, antes de que regrese la rutina que acostumbró vestir
al escenario.
Entonces, cada quien con su camino, se envian las guirnaldas a una caja, aparecen de nuevo las
distancias y el silencio que implican los olvidos.
Continuar
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