Tu cántaro y mi boca, fantasía
de un mar que ahogó sus olas.
Un vago instante donde la vela ardió entre tinieblas, vio como el vuelo
sesgaba su ala azul elidiendo los sueños.
Las palabras deambulan sin hallar el sendero que las lleve,
fuera del cauce seco que convoca hacia ninguna parte, ningún tiempo.
Los pájaros emigran sin mirar
nunca atrás. Así la dicha puede hacerse centella que se pierde, por un valle sin eco donde el olvido reina.
Nadie recordará las páginas no escritas. La realidad espera, indiferente a todos los secretos.
Continuar
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