Cuando tus ojos se convierten en brazos
estrechando una angustia
que asoma entre las horas,
el alma me sonríe sin fisuras.
Cuando tiendes los puentes
sobre cada vacío
y le quitas el filo
a los riscos que acechan,
el alma me devuelve la cordura.
Cuando desde tu aliento
enarbolas mis sueños
y los lanzas a un vuelo
que aguardaba entre sombras,
el alma se contagia de alboradas.
Cuando tu piel se vuelve
frontera con la mia
y un beso es el lenguaje
que ensayan los suspiros,
el alma no se explica con palabras.