Un rosado murmullo
disemina las voces
que brotan de lo etéreo.
El oído avispado
sentirá que ya juegan
a la ronda los duendes.
Los árboles recuerdan
que el invierno termina
y repluman sus alas.
Camina una torcaza
entre curiosa y tímida
a un roce de mis pasos.
Me impregna la mañana
con su viejo perfume
de tibieza esperada.
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