Un día, durmiendo
la luna en el charco,
dejé y subí a un sueño
de pañuelos blancos.
Una mancha el pueblo,
el mar la llanura,
lágrimas, campanas
que hasta hoy perduran.
Cielos con estrellas
que apenitas juegan,
árboles callados,
pasos con fronteras.
Para qué me he ido
de mi tierra pobre,
si allí he de volver
al callar mi nombre.
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