Nueve y cincuenta
y tres de un día sin mayores pretensiones. Cada cual con sus sueños, sus cosas por hacer, desventuras y risas entrelazadas
siempre (así es la vida)
Las trenzas de Raquel, el apuro de Max, la sonrisa inocente de Renata y las cinco
palomas que bajaban cuando notaban que Jorge se asomaba con bizcochos y pan para dejarles.
Era un día tan común... Yo
estaba trabajando sin saber del mundo alrededor. Alguien me dijo ¿Viste? ¿Supiste que pasó?
Nueve y cincuenta
y tres hoy, once años atrás el día ya no era un día más: La barbarie gritaba otra impiedad.
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