Estoy en la cornisa de las ansias marchitas, lacerado sin pausa
por mis viejas esperas. Alli donde los límites no saben de certezas y la mirada pierde el paisaje cercano.
Quise ubicar las sendas que buscaban auroras, resucité las alas, las invité al milagro. Imaginé que
el viento podría variar su rumbo, para llevar mi proa al punto del encuentro.
Pero no siempre alcanza
con entibiar un sueño para verlo asomando donde la risa ha muerto.
Hoy el tiempo es un témpano, una
jaula sin puerta, un cielo a mis espaldas, una gota golpeando.
Como mata en la sierra me aferro a un breve
espacio viviendo del rocío que encierra la mañana y susurro un recuerdo donde el vacío reina, esperando
que el eco un día me lo vuelva.
Continuar
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