Confié, a riesgo del engaño inesperado.
Mostré mis lágrimas
sin pensar en el fondo de aquellos que miraban.
Aun sobrando imposibles
intenté conquistar mis sueños más preciados.
Ignorando lo efímero
me he reido con ganas por las pequeñas dichas.
He pedido perdón
sin tener que nombrarlo.
Pero no me arrepiento.
Lo que siempre lastima,
es no hallar el remedio
de haber llegado tarde
a un punto del vivir,
teniendo todo el tiempo.
*
*
Continuar
|